La estructura de los semilleros fomenta la colaboración productiva en línea con las funciones típicas de las universidades, como la enseñanza, la investigación y la extensión. Este enfoque de trabajo en redes o grupos de investigación se ha difundido más allá de Colombia y ha sido adoptado en otros países de América Latina, como México, Ecuador, Perú y Venezuela, adaptándose a sus respectivos entornos académicos e investigativos.