En sus origenes, los persas eran politeistas: sus dioses simbolizaban a los astros y los fendmenos naturales. Sin embargo, en el siglo VI a. C. se produjo un cambio fundamental cuando en el este de Irán, el legenda rio Zoroastro o Zaratustra recibió las revelaciones del dios Ahura Mazda ('señor sabio), dios único, supremo, inmaterial y creador del universo. Esta nueva religión era dualista. Sostenia que existian dos espiritus en pugna: por un lado, el espiritu del bien, Ormuz, al servicio de Ahura Maz-da, que representaba la vida, la verdad y la justicia. Era el mundo del gran dios, lleno de luz y felicidad. Por otro lado, el espiritu del mal, Arimán, que combatia a Ahura Mazda y simbolizaba la muerte, la destrucción y la mentira. Era el mundo de las tinieblas y las desdichas. Las enseñanzas de Zoroastro están reunidas en un libro sagrado llamado Avesta, escrito por los seguidores del predicador en el siglo Illa. C. La religión persa recibe el nombre de zoroastrismo, por su fundador, o mazdaismo, por su dios Ahura Mazda. Según la religión persa, los seres humanos participaban de la lucha entre Ormuz y Arimán; por lo tanto, debían optar entre el espiritu del bien o el espiritu del mal. Elegir el bien significaba trabajar, colaborar con la comunidad, tener muchos hijos, llevar una vida pacifica y respetar a los otros. Las personas que actuaran de acuerdo con este esplritu serían premiadas en la vida ultraterrena. Zoroastro condenaba las ofrendas y los sacrificios sangrientos. El mazdeísmo tenía rasgos monoteístas por la creencia en un solo dios supremo y un alto contenido ético o moral, porque motivaba al creyente a ejercer el bien. Fue practicado, sobre todo, por los grupos dirigentes del imperio. El mazdeísmo fue la religión nacional de los persas hasta el siglo VIII d. C, cuando fueron conquistados por los musulmanes. En la actualidad, esta religión mantiene vigencia en la zona de Bombay, en India, pues alli se asentaron los mazdeístas cuando huyeron de la invasión musulmana.