Se puede plantear que la flexibilidad como principio trasversal y de interdependencia en el replanteamiento y adecuación del currículo de la educación superior, busca una distribución y acomodación de los conocimientos, habilidades y normas éticas, lo cual implica el surgimiento de nuevos proyectos educativos que permiten la reorganización no solo curricular sino académica y administrativa de los entes educativos y una interacción entre la investigación, la formación y la proyección laboral del nuevo profesional, con el fin de poder atender a las necesidades sociales, ocupacionales, laborales, la tecnología y la cultura profesionales y culturales; accediendo a una mayor calidad en los mercados laborales y en la misma formación de los estudiantes de Educación Superior.
Al implementar el carácter flexible dentro de los currículos se busca el desarrollo de nuevas estrategias pedagógicas que permitan el fomento de la creatividad, desarrollo de la responsabilidad profesional, autonomía en la búsqueda del conocimiento, aspiraciones individuales como sujetos integrales y éticos dentro del desempeño profesional y un acercamiento interdisciplinar entre la práctica y el saber, es decir, dejar de lado el currículo agregado que se viene implementando y dar espacio, puede ser que no de manera radical y directa, sino paulatina; a la propuesta del currículo integrado.
Se hace necesario establecer unos principios mínimos que permitan la efectividad y la real implicación de la flexibilidad en el campo curricular, aclarando que tales principios no aseguran éxito dentro de los procesos e igualdad de las transformaciones en todas y cada una de las instituciones donde se implementen.