Trabajando de manera concreta en la sociedad, los laicos tienen la responsabilidad de contribuir a la restauración y perfección del orden temporal en el mundo. El orden temporal, que abarca los bienes de la vida, la cultura, la economía, la política y otros aspectos, tiene un valor propio que debe ser ordenado hacia Dios. Los laicos deben comportarse de acuerdo con los valores cristianos y trabajar en la justicia del Reino de Dios en todas las áreas de su vida.