En caso de que sea el primer evento convulsivo, se tiene que conocer la concentración de glucosa, creatinina, nitrógeno ureico, electrolitos séricos (sodio, potasio y cloro), calcio, magnesio, una prueba de embarazo y un perfil toxicológico (cocaína, alcohol, benzodiazepinas, barbituricos, anfetaminas), el cual es necesario para realizar un diagnóstico de certeza. La prolactina sérica se eleva ante una crisis convulsiva generalizada; sin embargo, su nivel permanece alterado sólo las primeras 6 h posteriores al evento. Es de utilidad en el diagnóstico diferencial.
Tomografía computada (TC): El American College of Emergency Physicians recomienda realizarla como parte de la evaluación inicial del paciente con crisis convulsivas si éste cuenta con alguna de las siguientes características: déficit focal, persistencia del estado mental alterado, traumatismo craneoencefálico, primer evento convulsivo, coagulopatía, tratamiento anticoagulante, VIH positivo, inmunodeprimido, síndrome meníngeo, alcoholismo o cambio en el patrón convulsivo.
Imagen por resonancia magnética (IRM): Algunos estudios han demostrado que con ésta se consigue ubicar lesiones que normalmente la TC no detectaría, como esclerosis temporal, malformaciones vasculares v nos tumores como gliomas de bajo grado.
Electroencefalograma (EEG): Define el tipo de convulsiones y cuantifica el riesgo de recurrencia; recomienda en todos los se pacientes jóvenes que presentan crisis convulsivas generalizadas, en aquellos en los que no se comprueba una convulsión o en quienes presentan un estado epiléptico no convulsivo.
Electrocardiograma (ECG): Debe ser de rutina, ya que el síndrome de Stokes- Adams (crisis convulsivas producto de una arritmia de corta duración) puede ser producto de bloqueo A-V, sinoauricular taquicardia fibrilación о paroxística, además de que logra detectar otras causas de seudoconvulsiones como infarto, síndrome de Wolff-Parkinson-White y síndrome de QT largo.