No paraban de aumentar el número de manicomios, disfrazaban la tortura como forma de curación, por ejemplo, de mantenerlos atados, sumergirlos en agua frías, golpes, y mucho más. Tanto como en parís y también en Inglaterra se utilizaban un dispositivo rotativo en el que hacen girar al paciente en una velocidad vertiginosa, luego se consistía en marcarle la cabeza con un hierro al rojo vivo para que el loco recuperaría sentido, todo con el fin de anular sus ideas e ilusiones.