Llevar una dieta equilibrada, con cantidades suficientes de todos los nutrientes. Tomar frutas y verduras cada día.
Asegurarnos de que los alimentos que consumimos contienen fibra vegetal para favorecer el tránsito intestinal.
Comer despacio, masticando bien los alimentos.
Repartir la toma de alimentos en cuatro o cinco comidas diarias, preferentemente siempre a la misma hora. Dejar transcurrir al menos dos horas entre la cena y la hora de dormir.
No comer más de lo necesario para que la digestión sea ligera. Moderar el consumo de sal, chocolate, salsas picantes, café y bebidas carbonatadas que pueden dañar el aparato digestivo.
Lavar los alimentos que tomamos y lavarnos las manos antes y después de comer, para evitar enfermedades infecciosas e intoxicaciones.
Mantener una buena higiene dental cepillando los dientes después de cada comida para evitar la formación de caries.