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Discernimiento ignaciano - Coggle Diagram

- - - - La capacidad de discernir está profundamente arraigada en la dimensión evolutiva e histórica del cristianismo, un crecimiento hacia la plenitud de Cristo
        
        No necesitamos ni templos, ni conventos, ni casas de espiritualidad; ni tampoco actividades específicamente religiosas como la oración o los sacramentos para que el Espíritu se nos acerque y haga sentir su impulso y su llamada
        
        Silencio y Discreción
        
        La primera condición del discernimiento, el silencio. El silencio es algo que podemos practicar, mejor, hemos de vivir, durante el día siendo receptivos de los mil impactos que el entorno y nuestra propia vida nos emite. Por tanto, junto al silencio de la atención se requiere la capacidad de descifrar el lenguaje del Espíritu
    - - la pretensión de ir al máximo en el amor y en la vida en general es una actitud que nos invita a ser fieles a nosotros mismos y a nuestros valores más profundos. No se trata de buscar la perfección absoluta, sino de avanzar siempre hacia ella con humildad y determinación. Como dijo San Ignacio: "No basta saber, hay que aplicar. No es suficiente querer, hay que hacer".
  - - - el discernimiento es un proceso fundamental en nuestra vida que nos ayuda a tomar decisiones sabias y acertadas. En estos procesos, es importante buscar la guía divina a través de la oración y la reflexión. Dios se hace presente en nuestros procesos de discernimiento y nos brinda la sabiduría y la guía necesarias para tomar decisiones trascendentales en nuestra vida.
- - - - El "sujeto" del discernimiento ignaciano es la persona que busca tomar decisiones en su vida siguiendo la voluntad de Dios. Este sujeto es visto como una persona que está en una relación dinámica con Dios, buscando entender y seguir la voluntad divina en su vida cotidiana.
        
        El discernimiento ignaciano está diseñado para ayudar a este sujeto a discernir los movimientos del Espíritu Santo en su vida, y así tomar decisiones que estén en línea con la voluntad de Dios.
        
        Una persona de “deseo”
        
        Una persona lúcida y cuidadosa de su libertad interior
        
        la dependencia de nuestra propia imagen y prestigio y de la opinión ajena con respecto a lo que somos y hacemos, supuesto que, además, los criterios de valoración de nuestra sociedad no son los evangélicos.
        
        Hay que prestar atención a nuestros miedos, a nuestro universo particular de temores, del que si no somos conscientes o no ponemos bajo control no podemos esperar sino la parálisis.
        
        Una persona que es capaz de trabajar las/con mediaciones
        
        Porque discernir no es elegir entre lo bueno y lo malo, sino entre cosas o buenas o indiferentes y que, en la mayoría de casos tienen una inevitable carga de ambigüedad.
        
        Una persona que se deja “acompañar”
        
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        Discernir, en ignaciano, no es simplemente “elegir”, sino apostar por el “más” y arriesgar en la vida y en el amor. Y eso se fragua en un deseo vivo de responder al amor que uno ha recibido.
    - - las desolaciones son momentos en los que nos sentimos alejados de Dios y experimentamos dificultades emocionales. Pueden manifestarse como dudas, confusión, tristeza o falta de motivación. Estas desolaciones pueden surgir cuando enfrentamos obstáculos, tentaciones o incertidumbre en nuestro discernimiento.
        
        Tanto las consolaciones como las desolaciones son parte del proceso de discernimiento y pueden proporcionar enseñanzas importantes. Las consolaciones nos animan a seguir adelante con confianza, mientras que las desolaciones nos invitan a buscar la guía y la fortaleza de Dios en medio de las dificultades.
  - - - Aunque el Espíritu es el dador de la paz, esta paz solo puede ser dada por Jesús. Por lo tanto, si una vida se desarrolla en dirección contraria a lo que nos muestra la vida de Jesús y su palabra, es normal que se sienta perturbada al contrastarse con lo que le sugiere e inspira Cristo.