Ha atraído la atención de periodistas, investigadores y ejecutivos que buscan desentrañar su famoso sistema de producción. Por una buena razón: Toyota sistemáticamente ha superado a sus competidores en calidad, confiabilidad, productividad, reducción de costos, crecimiento de ventas y participación y capitalización de mercado. A fines del año pasado estaba a un paso de desbancar a Daimler-Chrysler como la tercera fabricante de autos en Estados Unidos, no sólo en términos de ventas, sino también de producción. En cuanto a su participación en el mercado global, recientemente superó a Ford como segunda mayor fabricante.
Sus ingresos netos y capitalización de mercado, a fines de 2003, excedieron los de todos sus competidores. Pero la sola consecución de estoslogros abre una pregunta: Si Toyota ha sido tan extensamente estudiada y copiada, ¿por qué tan pocas empresas han logrado igualar su desempeño?
Toyota no es sólo haber creado y utilizar esas herramientas; es convertir todo su trabajo en una serie de experimentos continuos y concertados, se trate de una tarea tan rutinaria como la instalación de asientos en los automóviles, o tan compleja, idiosincrásica y a gran escala como el diseño y lanzamiento de un nuevo modelo o una nueva planta.