A partir de los puntos anteriores, se hace evidente que Estados Unidos implementa numerosas barreras no arancelarias, especialmente en el ámbito de los alimentos, para regular la entrada de productos en su mercado. Este enfoque cauteloso se instaura con la intención primordial de salvaguardar la seguridad alimentaria de los consumidores estadounidenses. En esencia, el propósito subyacente es garantizar que los productos que ingresan al país cumplan con los estándares más rigurosos en cuanto a calidad, inocuidad y composición. Además, la naturaleza de estas barreras no arancelarias exige que los exportadores realicen un esfuerzo diligente y constante para asegurar que sus productos cumplan con las exigencias específicas establecidas por las regulaciones estadounidenses. En el caso específico del atún, se deben cumplir con todas las normativas de salud y calidad exigibles.