Además, la especulación exagerada creó una burbuja financiera. Ante esto, el valor de las propiedades creció y superó el costo de las de Estados Unidos. Esto provocó descontrol en la gestión de los bancos japoneses. La razón fue que existía un “capitalismo clientelista” (una relación muy angosta entre el gobierno y el sector empresarial). Entonces, se les dio demasiada libertad a los prestamistas; surgieron más bancos de competencia y estos ofrecieron créditos con riesgo moral. O sea, los otorgaron a cualquier entidad, aunque fuera sospechosa, solo porque ofrecían una tasa de interés mayor.