En las fábricas de Zara se corta y tiñe la tela de una prenda determinada, se envían las piezas al taller, que devuelve las prendas terminadas a Zara. A su regreso, las prendas son inspeccionadas, planchadas, dobladas, empacadas y etiquetadas electrónicamente antes de viajar en colgadores a lo largo de 200 kilómetros de vías subterráneas que enlazan con el centro de logística.
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