Otra reivindicación importante a favor de la democracia mayoritaria es que sus gobiernos, típicamente formados por solo un partido mayoritario, ofrecen una responsabilidad más clara con respecto a sus decisiones políticas, lo que conlleva una mejor reivindicación de cuentas de gobierno a los ciudadanos, los cuales pueden utilizar las elecciones tanto para renovar el mandato del Gobierno titular como para echar a los granujas. La reivindicación es sin duda válida para los sistemas mayoritarios con bipartidismo puro. Sin embargo, en sistemas bipartidistas con terceros partidos significativos, los granujas pueden volver al cargo repetidas veces, a pesar de que existe una clara mayoría de votantes que haya votado a otros partidos. En realidad, es más fácil cambiar los gobiernos en las democracias de consenso que en las mayoritarias. Claro que los cambios producidos, las democracias de consenso tienden a ser cambios parciales en composición de los gabinetes frente a los cambios totales más frecuentes que se dan en las democracias mayoritarias.
Una medida fin es la incidencia de la corrupción. Se puede pensar que la mayor claridad de responsabilidad en las democracias mayoritarias inhibe la corrupción y que la tendencia de los sistemas de consenso a llegar a acuerdos y a pactar fomenta las prácticas corruptas. La India y Colombia son los países más corruptos. Y Dinamarca, Finlandia, Suecia, Nueva Zelanda, Canadá y Países Bajos son los países más cercanos a estar totalmente limpios. Contrariamente a la hipótesis, las democracias de consenso son ligeramente menos proclives a ser corruptas que los sistemas mayoritarios.