El método dialéctico permite a Marx comprender la realidad social capitalista en el flujo de su devenir, su existencia y su expiración, señalando que las crisis y antagonismos sociales que en ella se verifican son la manifestación de contradicciones esenciales, es decir, inherentes a una totalidad, que genera las condiciones para abolirse a sí misma. Esto permite comprender el carácter histórico de la actividad productiva humana, la cual al cambiar, modifica también las categorías a través de las cuales comprendemos esa realidad. De esta manera toda esta concepción histórico‐dialéctica no solo entiende la inevitable ruina del modo de producción capitalista sino que potencia el desarrollo del quehacer científico evitando la cristalización de sus resultados. La dialéctica materialista, entonces, es ciencia e historia, es decir, la historización de la ciencia. Porque no se trata solo de comprender y fundamentar empíricamente un determinado fenómeno, sino de entenderlo como algo perecedero y transitorio. Bajo las condiciones en que se desarrolla tratar de “reflejar la vida (y por lo tanto la muerte) del objeto”, intentando develar las posibilidades de su transformación futura (la ley interna de su evolución)