Sin embargo, en muchos casos, este derecho suele ser transferido en la práctica a las empresas que emplean a los creadores o que comercializan sus creaciones. No obstante, la propiedad intelectual se justifica no solo por razones morales, sino también prácticas, para dar cumplimiento a otro derecho: el de la sociedad a beneficiarse de las creaciones, incentivándolas con beneficios y protegiendo las inversiones para la creación, investigación y desarrollo. Para armonizar ambos derechos, la propiedad intelectual es temporal, caducando cuando ha cumplido su función de promoción.