Para las empresas que buscan expandir sus operaciones internacionales, es fundamental no solo familiarizarse con las reglas generales del protocolo, sino también invertir en una formación intercultural específica que aborde las particularidades de los mercados objetivo. Esto puede incluir capacitaciones sobre la etiqueta de negocios, las normas sociales, y las expectativas comunicativas en diferentes regiones. Además, es aconsejable establecer una estrategia de adaptación cultural continua, donde se revise y ajuste periódicamente la forma en que se interactúa con socios internacionales a medida que evolucionan las relaciones y el entorno cultural. Al adoptar una actitud proactiva y flexible frente a las diferencias culturales, las empresas pueden no solo evitar conflictos, sino también construir una reputación sólida y confiable en el mercado global.