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La filosofía existencialista: fundamento de la Psicología Humanista
El humanismo a lo largo de la historia: breve semblanza
El humanismo se refiere a la filosofía que busca comprender la esencia del ser humano. A lo largo de la historia, ha habido diferentes concepciones del ser humano.
En la Edad Media, el enfoque estaba en el destino sobrenatural del ser humano, y no se desarrollaron las ciencias experimentales.
Sin embargo, durante el Renacimiento, los humanistas miraron hacia el pasado clásico y se interesaron en las ciencias naturales. Surgió un enfoque antropocéntrico que consideraba al ser humano como el fin y causa de todo.
Se buscaba el conocimiento a través de la razón en lugar de la revelación o el dogma religioso impuesto por la Iglesia Católica.
En el siglo XVI, el humanismo floreció en Italia, con figuras como Dante Alighieri, Petrarca, Erasmo de Rotterdam y otros.
Estos humanistas exaltaron la condición humana y cuestionaron los principios católicos. El humanismo también se extendió a Francia, Alemania, Inglaterra y España, donde se fundaron universidades y se difundieron los textos clásicos.
Los humanistas tenían un compromiso con las ciencias, las bellas artes y la búsqueda de la verdad. Valoraban la inteligencia humana y buscaban explicaciones racionales en lugar de supersticiones.
Además, aspiraban a mejorar la vida humana y proteger el medio ambiente.
El existencialismo es una corriente filosófica centrada en el análisis de la existencia humana. Destaca algunos filósofos existencialistas como Kierkegaard, Buber, Jaspers y Heidegger, quienes exploraron temas como la individualidad, la dualidad del ser humano y la búsqueda de significado en la existencia. Va unida con el humanismo.
El existencialismo de Jean Paul Sartre: precedente de la Psicología Humanista
Sartre sostiene que el existencialismo ha sido criticado por ser subjetivo, estático y carente de un sustento filosófico sólido. Sin embargo, él argumenta que el existencialismo es una escuela filosófica con un fundamento sólido, y muchos recurren a ella para explicar fenómenos del mundo.
El existencialismo plantea que la existencia precede a la esencia, lo cual significa que el ser humano existe primero y luego determina su esencia a través de sus elecciones y acciones.
Según Sartre, el ser humano es el único ser que existe antes de tener una esencia definida. Esto implica que cada individuo es responsable de construir su propio destino y tiene la libertad de elegir quién quiere ser.
Sartre enfatiza que el existencialismo se opone al quietismo, que consiste en quedarse pasivo y dejar que el mundo gire sin intervenir.
Según él, la existencia humana es personal y no puede atribuirse al destino o circunstancias externas. Sartre sostiene que el amor, la valentía y otras cualidades se construyen y no son determinadas por el destino.
En cuanto a la moral, Sartre propone que no se base en juicios de valor (bueno o malo), sino en juicios lógicos (fundado o infundado).
Para él, la libertad humana persiste y el determinismo es considerado un error y una mentira.
Los defensores del determinismo y aquellos que consideran la existencia humana como un proceso a priori son vistos como los principales enemigos de las ideas de Sartre.
El existencialismo también destaca la relación del ser humano con los demás. Las elecciones individuales pueden tener un impacto en otras personas, lo que genera una responsabilidad hacia la humanidad en general.
La angustia y la presión surgen de la conciencia de esta responsabilidad y de la libertad para elegir.
Postura de la filosofía existencialista con respecto al Hombre posmoderno
La filosofía existencialista tiene una postura crítica hacia el hombre posmoderno, que se caracteriza por haber abandonado valores humanos fundamentales como la fe en la razón, la ciencia y los derechos humanos.
En la era posmoderna, dominada por la televisión, el cine y Internet, las relaciones humanas han disminuido y el interés por los demás ha disminuido.
Algunas características del hombre posmoderno son el individualismo, la falta de esperanza en un futuro mejor, vivir el momento sin tomar en cuenta normas y valores, dejarse llevar solo por los sentimientos y tener un pensamiento débil sin principios claros.
El neoliberalismo y el libre mercado también son características del mundo actual que afectan la moral. Los mercados resuelven los problemas en función del poder adquisitivo, lo que lleva a la predominancia de valores inframorales como el poseer, el parecer y el placer.
La publicidad distorsiona los juicios y genera necesidades artificiales, mientras que las grandes corporaciones pueden ejercer poder y fijar precios que perpetúan la desigualdad. Como resultado, la equidad, la justicia social y la solidaridad son escasas en este sistema económico.
Se destaca la necesidad de formar seres humanos con una visión distinta para contrarrestar estas características del hombre posmoderno.
Se menciona la ética de la solidaridad como un enfoque que reconoce la dignidad humana y busca la realización del individuo en una comunidad igualitaria.
Se resalta la importancia de las leyes, las costumbres y las instituciones para configurar la vida concreta de las personas y permitir la libertad efectiva.