En el año 1879, S. Lindner describió el fenómeno del "éxtasis del chupeteo" en los niños, antes de que Freud abordara el tema. Lindner observó que durante este estado de éxtasis, los niños sacudían la cabeza, se retorcían, golpeaban y pataleaban. Podían chupar sangre, romper objetos o taparse la nariz y los oídos.
En esta fase, los niños estaban tan ensimismados que no respondían a las amenazas ni a las palabras cariñosas. Practicaban el chupeteo incluso cuando no tenían hambre. Se estableció que el chupeteo era una sobreposición de dos instintos, que también se pueden expresar de forma individual.
Durante la vida intrauterina, los fetos succionan su dedo, lo que demuestra la sensibilidad oral temprana. Los lactantes succionan objetos no alimenticios y tienen una sensación placentera al hacerlo.
Además, tienden a llevarse a la boca cualquier objeto que reciba una carga de afecto.
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