Cuando el lector se sitúa en el texto, los elementos que lo componen generan expectativas de distintos niveles (el de las letras, las palabras, etc.), provocando así que la información que se procesa en cada uno de ellos, funciona como input para el siguiente nivel; así, a través de un proceso ascendente, la información se propaga a niveles más elevados
Simultáneamente, puesto que el texto genera también expectativas de su significado global, éstas guían la lectura y buscan su verificación en indicadores de nivel inferior (léxico, semántica...) a través de un proceso descendente
Así, el lector es un procesador activo del texto, y la lectura es un proceso constante de emisión y verificación de hipótesis, que conduce a la construcción del significado y al control de la comprensión