El advenimiento del cristianismo, institucionalizó la cultura de la sumisión y del miedo, mediante la concepción de una realidad basada en la existencia de un solo ser absoluto, creador de todas las cosas y que convierte a los hombres y mujeres en productos accesorios y derivados de su omnipotente voluntad: siervos y ovejas, de cuyo sacrificio al Señor, se deriva su salvación eterna, pues la obediencia los hará libres.