En ellas el acento no depende nunca del límite de la palabra, sino de su subdivisión en morfemas (como ocurre, por ejemplo en ruso, italiano, español, etc.). La determinación del lugar del acento supone el reconocimiento de la estructura morfológica de la palabra, mientras que en las lenguas de acento fijo el lugar del acento se deduce de la consideración de la palabra como una masa fonológicamente articulada, pero gramaticalmente indeterminada.