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CRISTO: SU PERSONA Y OBRA - Coggle Diagram
CRISTO: SU PERSONA Y OBRA
En el centro de la religión cristiana está Jesucristo. Más allá de la aceptación de un conjunto de creencias fundamentales, en su suprema esencia nuestra religión es primero y ante todo un compromiso con una Persona: Jesucristo.
II. MINISTERIO Y MUERTE
A. LA OBRA QUE VINO A REALIZAR
B. UNA OBRA PREDICHA EN EL AT
C. LA EXPIACIÓN: FACTORES SUBYACENTES
D. LA OBRA EXPIATORIA DE CRISTO
E. ALCANCE DE LA EXPIACIÓN
Los escritores del NT sostienen un hecho expiatorio percibido como universal en su intención, disponible para todos los pecadores, pero efectivo sólo cuando es aceptado individualmente.
Una muerte sacrificial
Una muerte vicaria
Dimensión expiación-propiciación
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Jesucristo “murió por nosotros” (1 Tes. 5:10). No murió meramente a manos de sus enemigos o como resultado de su propio pecado culpa. Murió específicamente por nosotros.
La muerte de Cristo, explican los escritores del NT, es un sacrificio por el pecado.
El vocablo inglés atonement
Una relación original armoniosa
La causa de la separación
La expiación y la muerte de Cristo
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Es nuestro pecado, nuestra persistente desobediencia a la voluntad de Dios. Como razón fundamental del pecado está la idea de ley y de un legislador, porque “el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4).
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis se supone en todo lugar que Dios y los seres humanos debieran estar en una relación armoniosa.
Así,
to atone fo
r (“expiar por”) un error, es hacer algo que elimina los efectos perjudiciales de la desavenencia y crea relaciones armoniosas.
Un hecho presente en la mente de Cristo
Una convicción compartida por los escritores del NT
Una muerte de suprema importancia
Debido a que ocurrió al término de una vida de consagración al Padre, Jesús fue a su muerte inocente, voluntariamente, y en armonía con la voluntad de su Padre. La muerte de Jesus tiene infinita propiedad expiatoria.
Del mismo modo que Jesús, los escritores del NT sostuvieron que el AT predijo la historia del evangelio, al menos en tipos y símbolos. A juicio de ellos, el cuadro de Isaías del Siervo del Señor era una profecía de Cristo (Mat. 12:18-21; Hech. 8:32-35; 1 Ped. 2:21-25).
Para Jesús, su muerte y los eventos relacionados con ella fueron predichos por los profetas del AT y forman parte de un plan divino (Mat. 26:54, 56; Luc. 22:37 = Isa. 53:12; Luc. 24:44; Juan 17:12 = Sal. 41:9), el cual él anticipó y aceptó.
Para confirmar las promesas de Dios
Para establecer el reino de Dios
Para impartir el conocimiento de Dios
Para ser el Siervo de Dios
Para dejar ejemplo
Para sanar a los débiles y a los enfermos
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Esta verdad se usa para respaldar una apelación constante a imitar la naturaleza ejemplar de la vida y el ministerio de Cristo.
Como parte de su misión, el Verbo, que en naturaleza era Dios mismo (Fil 2:6), tomó la misma naturaleza de un siervo (v. 7) con el fin de que la vida divina fuese manifestada a los humanos en forma de siervo (vs. 5-7).
Esta revelación sólo podía hacerla el Hijo (Mat. 11:27; Luc. 10:22), a través de sus hechos aun más que a través de su enseñanza, porque estaba escondido en Dios (Juan 14:7-10), una revelación encarnada que apela al amor del corazón y demanda la entrega de la voluntad.
Era imperativo para Jesús asegurar el reconocimiento de la soberanía de Dios y el establecimiento de su reino sobre la Tierra (Mat. 4:17; Luc. 19:11-27).
El Verbo se hizo humano para confirmar las promesas hechas por Dios a los padres, comenzando con el protoevangelio en Génesis 3:15 y continuando a lo largo del AT (Isa. 7:14; 9:6; Miq. 5:2).
III. EL SEÑOR EXALTADO
A. EL CRISTO RESUCITADO
B. EL SEÑOR QUE ASCENDIÓ
C. EL MINISTERIO SUMO SACERDOTAL DE CRISTO
D. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
E. INVITACIÓN A RESPONDER
Ésta no es sólo una declaración de creencia, sino, como está expuesto en las Escrituras, una experiencia diaria hasta que, en la plenitud del tiempo, Cristo venga nuevamente.
La evidencia de la Escritura
Cómo regresará
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El concepto bíblico de segunda venida de Cristo está expresado por términos como
parousía
(“presencia”, “llegada” o “venida”), a menudo de un gobernante o rey (como en Mat. 24:27, 37, 39; 1 Cor. 15:23; 1 Tes. 2:19; 3:13; Sant. 5:7, 8; 2 Ped. 1:16; 3:4).
La evidencia de la Escritura
Dos ministerios distintivos
Ascendió para reinar y cumplir todas las cosas
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Los dos ministerios distintivos que los sacerdotes levíticos llevaban a cabo en el tabernáculo terrenal eran una representación pictórica del plan de salvación. Tipificaban, o ilustraban, el ministerio de Cristo en el cielo.
El sacerdocio sumo sacerdotal de Cristo es uno de los grandes temas de la Epístola a los Hebreos (2:17; 3:1-4:14, 15; 5:10; 6:20; etc.) y del testimonio bíblico en general.
La evidencia de la Escritura
La narración de la ascensión para Cristo
Su narración para los creyentes
En el NT, desde el momento de la ascensión en adelante, la seguridad constante es que Cristo está viviendo y que en su vida los creyentes viven.
Expresa la exaltación y gloria del Dios-hombre que ha ascendido. La resurrección ha comenzado el gran cambio; la ascensión comunica la impresión definida que Cristo ha ido a su Padre y que todo poder se ha puesto en sus manos.
Con todo, los escritores del NT no ven en la ascension una dificultad mayor que en la resurrección de Cristo o en su encarnación. Para ellos es parte integral del plan de redención de Dios y no más maravilloso que los otros dos eventos.
Un hecho fundamental
La tumba vacía
Una resurrección física
Significado de la resurrección de Cristo
Nuestra predicación, nuestra fe y nuestra salvación no ocurren aparte de la resurrección de Cristo. En ella tenemos la garantía de la consumación del propósito redentor de Dios.
Ninguna de las teorías que se han expuesto para dar razón de la tumba vacía y de las apariciones de Cristo parece adecuada, ni lo es ninguna combinación de ellas.
Aparte de los soldados que guardaban la tumba, nadie en realidad vio a Jesús levantarse del sepulcro (Mat. 28:4). Pero varios encontraron vacía la tumba y muchos más vieron al Señor resucitado.
Fuimos redimidos por la cruz, y sólo por la cruz. Sin embargo, la iglesia del NT entendió que la resurrección de Jesús se consumó en la ascensión, como algo central a, no simplemente como una confirmación de, la fe cristiana.
I. EL VERBO HECHO CARNE
A. LA ENCARNACIÓN
B. HUMANO Y DIVINO
La humanidad de Cristo
Una naturaleza humana sin pecado
La deidad de Cristo
Una Persona: verdaderamente divina y humana
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Tanto los títulos de Cristo (Mesías, Señor, Hijo de Dios), como su propia consciencia de su divinidad testifican que Jesús era verdaderamente Dios.
El testimonio uniforme de la Escritura en cuanto a la impecabilidad de Jesús no significa que él no pudo haber pecado. Si bien es cierto que la Escritura nos dice que Dios no comete pecado y no puede ser tentado (Sant. 1:13), es apropiado decir que Jesús, como ser humano, pudo haber pecado, aunque no lo hizo.
La afirmación de que Jesús fue verdejamente humano está presente en todas partes en el NT. El que vino para ser considerado exaltado en todos los sentidos a través de los títulos que le fueron dados fue, no obstante, un verdadero ser humano.
Preexistencia de Cristo
Encarnación de Cristo
Nacimiento virginal
La encarnación y el nacimiento virginal de Cristo implican la deidad y la humanidad. Juan no expresa un mero axioma cuando insiste en que “Jesucristo ha venido en carne”, y hace de esta confesión la prueba crucial de la verdad (1 Juan 4:2).
Que nuestro Señor Jesucristo, el eterno Hijo de Dios, se haya hecho humano para nuestra salvación es probablemente la doctrina de la fe cristiana que es básica para todas las demás.
La enseñanza de que el Hijo de Dios existió antes que naciera en Belén y descendiera del cielo, donde desde toda la eternidad había compartido la gloria del Padre, es un factor vital en nuestra comprensión de su persona y obra.