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III. HAZ LO QUE QUIERAS [La libertad – lo bueno y lo malo] - Coggle Diagram
III. HAZ LO QUE QUIERAS [La libertad – lo bueno y lo malo]
La mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan (los padres cuando se es joven, los superiores o las leyes cuando se es adulto)
Lo mismo sucede respecto a las costumbres. Si no pienso lo que hago más que una vez, quizá me baste la respuesta de que actúo así «porque es costumbre»
O sencillamente hacemos las cosas porque nos da la ventolera o el capricho de hacerlas así, sin más ni más.
En varios casos el capricho no resulta simpático sino criminal
En varios casos el capricho no resulta simpático sino criminal
Todo esto tiene que ver con la cuestión de la libertad, que es el asunto del que se ocupa propiamente la ética
Libertad es poder decir «sí» o «no»
Libertad es decidir, pero también, no lo olvides, dándote cuenta de qué estás decidiendo
Para no dejarte llevar no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer
¿por qué obedezco lo que me mandan?, ¿por miedo al castigo?, ¿por esperanza de un premio?
En asuntos sin importancia el capricho puede ser aceptable, pero cuando se trata de cosas más serias dejarme llevar por él, sin reflexionar si se trata de un capricho conveniente o inconveniente, puede resultar muy poco aconsejable, hasta peligroso: el capricho de cruzar siempre los semáforos en rojo a lo mejor resulta una o dos veces divertido, pero ¿llegaré a viejo si me empeño en hacerlo día tras día?
resumidas cuentas: puede haber órdenes, costumbres y caprichos que sean motivos adecuados para obrar, pero en otros casos no tiene por qué ser así. Sería un poco idiota querer llevar la contraria a todas las órdenes y a todas las costumbres, como también a todos los caprichos, porque a veces resultarán convenientes o agradables.
Hay costumbres y órdenes, como hemos visto, que pueden ser malas, o sea «inmorales», por muy ordenadas y acostumbradas que se nos presenten.
La ética de un hombre libre nada tiene que ver con los castigos ni los premios repartidos por la autoridad que sea, humana o divina, para el caso es igual.
Las palabras «bueno» y «malo» no solo se aplican a comportamientos morales, ni siquiera solo a personas.
Para unos, ser bueno significará ser resignado y paciente, pero otros llamarán bueno a la persona emprendedora, original, que no se acobarda a la hora de decir lo que piensa, aunque pueda molestar a alguien.
«La ética humanista, en contraste con la ética autoritaria, puede distinguirse de ella por un criterio formal y otro material. Formalmente se basa en el principio de que solo el hombre por sí mismo puede determinar el criterio sobre virtud y pecado, y no una autoridad que lo trascienda. Materialmente se basa en el principio de que lo “bueno” es aquello que es bueno para el hombre y ‘malo” lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor ético el del hombre» (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).
Es preciso que un sentimiento se manifieste aquí, para hacernos preferir las tendencias útiles a las dañinas.
La razón nos instruye acerca las diversas tendencias de las acciones y la humanidad hace una distinción a favor de las tendencias útiles y beneficiosas»