El cuadro clínico incluye: hiperplasia de las paredes con fibrosis importante, daño extenso y severo en la arquitectura hepática provocado principalmente por las enzimas parasitarias, obstrucción biliar (ya sea parcial o completa en casos muy severos), el grado de inflamación va a provocar: cólicos biliares, intolerancia a comidas grasosas, dolor epigástrico o en hipocondrio derecho con gran sensibilidad a la palpación, náuseas, vómito, anorexia, hepatomegalia blanda.
En casos muy graves, la presencia de los parásitos puede evolucionar a colecistitis, colangitis, colelitiasis, bacteriobilia, pancreatitis, cirrosis periportal y firbosis hepática.