Es una práctica pedagógica que promueve a los estudiantes como sujetos activos de su propio proceso de aprendizaje. Involucra el ejercicio de valores fundamentales de la persona (la dignidad, la participación, la solidaridad, la diversidad y continuidad con la naturaleza), enfatizando la enseñanza por competencias.
El objetivo es que el contenido recobre otra significatividad subjetiva y permita consolidar los aprendizajes. De este modo, dejan de ser contenidos externos a memorizar y pasan a formar parte del cotidiano del estudiante, que a su vez se ve ampliado por la incorporación de nuevos conocimientos.