El General Aureliano Blanquet dio órdenes, confirmadas por Huerta y Mondragón, para que la noche del 22 de febrero, trasladaran a Madero y a Pino Suárez, a la Penitenciaría de Lecumberri. En el trayecto, se simuló un ataque y los prisioneros fueron asesinados. La ciudad se levantó con la noticia: “Ya mataron a Madero”, y aunque la primera reacción fue de indignación, la mayoría de los habitantes de la capital se alegraron del cese de las hostilidades, se lanzaron jubilosos a las calles, adornaron las fachadas de sus casas y en unión de la prensa, ensalzaron a los vencedores y condenaron a los caídos. El Secretario de Relaciones Exteriores tomó el poder y nombró a Victoriano Huerta como presidente electo de la República. (Ibidem, p. 357.).
Victoriano Huerta se instaló en el Palacio Nacional, el 20 de febrero de 1913 y permaneció en la Presidencia 17 meses, toda vez que el usurpador se las arregló para disolver la fuerza de Félix Díaz, a quien nombró Embajador en Japón. El gobierno huertista fue dictatorial a partir del 10 de octubre de 1913, cuando disolvió el Congreso de la Unión. (Fascículo 5, La Decena Trágica).
El gobierno de Huerta fue dictatorial y aquellos que estaban en su contra, ya fueran ciudadanos o militares, eran asesinados. Muchos políticos que no estaban de acuerdo con el nuevo dictador, se unieron al nuevo líder revolucionario que surgió después de la muerte de Madero, Venustiano Carranza. (Fascículo 5, La Decena Trágica).