No todas las historias se crean del mismo modo. Cuando nos encontramos en dificultades, generalmente creamos historias que no mejoran nuestras relaciones. Llevados por la frustración, la rabia o el dolor, proponemos historias que perjudican e imputan culpas: «Sólo quieres controlarme», «Erra como tu madre», «Te preocupas más por tu familia que por mí», «Eres egoísta».
Hemos identificado tres tipos de historias que entorpecen las relaciones porque desaniman a uno de los miembros de la pareja o a los dos: historias que imputan culpas, historias que invalidan, e historias que eliminan la posibilidad de cambiar.
Historias que imputan culpas. Algunas historias imputan culpas. Culpar implica atribuir malas intenciones o malas cualidades a nuestra pareja y también incluye la acusación: «Tu eres el problema».
Historias que invalidan Otras historias invalidan porque transmiten a la pareja el mensaje de que no puede confiar en sus percepciones o sentimientos. Cuando las personas se sienten invalidadas, empiezan a perder la confianza en sí mismas o incluso pueden creer que se han vuelto locas.
Historias que eliminan la posibilidad de cambiar Hemos de recordar que nuestras historias no son la Verdad, y procurar no quedarnos anclados en historias que nos convencen de que cambiar es imposible.