Conocer el tipo de hemofilia que padece, el nivel de gravedad (actividad de la fracción procoagulante del factor VIII), los antecedentes hemorrágicos, hospitalizaciones, tratamiento recibido, la presencia de enfermedades infecciosas adquiridas a través de sangre y derivados de la misma, como son hepatitis B, C por citomegalovirus o infección por VIH/ SIDA, los fármacos antifibrinolíticos empleados, así como la existencia o ausencia de inhibidores del factor VIII.