Las preocupaciones ambientales son importantes para las compañías porque los seres humanos, los que están vivos ahora como las futuras generaciones, dependen del entorno natural para vivir. Dos aspectos de las realidades ambientales contemporáneas subestiman la relevancia del razonamiento por propio interés. Como está documentado en Collapse, las sociedades pasadas a menudo llegaron a los limites de la capacidad del ambiente para satisfacer sus necesidades. En estos casos, se localizó una degradación ambiental en una región que rara vez afecto a más de una generación. En contraste algunos problemas ambientales contemporáneos tienen el potencial de impactar negativamente el planeta y cambiar la vida humana para siempre. En segundo lugar, la ciencia ecológica y su comprensión de la interrelación entre los sistemas naturales nos ha ayudado a entender el alto grado de la dependencia humana de los ecosistemas, como alguna vez creímos que los desechos enterrados se habían ido, ahora sabemos como las toxinas pueden dañar los mantos acuíferos a través del tiempo y la distancia. A finales del siglo XIX, los humanos reconocieron las razones para proteger el ambiente natural. El movimiento conservacionista, la primera fase del ambientalismo moderno, defendió un enfoque mas restringido y prudente del mundo natural, valorado como recurso. Estos negaban que la explotación de los recursos naturales pudiera ofrecer una inagotable provisión de materiales. Defendieron que las compañías tenían buenas razones para conservar los recursos naturales paralelo a los recursos financieros. Mucha gente ve al mundo natural como una manifestación de valores religiosos o espirituales, lo cual estos valores pueden entrar en conflicto con el uso de la Tierra como recurso. Consideremos un conjunto de valores que involucra el estatus moral de animales y otros seres vivos, un valor ambiental que ha planteado a los negocios de los retos mas grandes, esto referido indistintamente como derechos de los animales, este enfoque le confiere estatus moral. Para defender esto hay quienes sostienen que los animales que poseen sistema nervioso central pueden sentir dolor, por lo que infligir dolor innecesario se considera éticamente incorrecto. Otro enfoque sostiene que al menos algunos animales tienen la capacidad cognitiva para tener vida consciente, esta perspectiva dice que no debemos tratar a los animales como objetos o medios para nuestros fines.