La dimensión del ser adquiere la predominancia frente a la dimensión del tener, fomentada hasta ahora por la sociedad, y a su vez deviene al primer plano la satisfacción de las necesidades fundamentales del ser humano, que son necesidad de permanencia, de protección, de afecto o amor, de participación, de ocio, de creación, de identidad y de libertad (Manfred Max-Neef, 1994).
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