También llamada de reactivación o de tipo adulto, se debe a la reactivación endógena de una infección tuberculosa latente y suele localizarse en los segmentos apicales o posteriores de los lóbulos superiores, donde la gran concentración de oxígeno favorece el crecimiento del bacilo. En las primeras fases de la enfermedad las manifestaciones consisten en fiebre, sudoración nocturna, pérdida de peso, anorexia, malestar general y debilidad. Casi siempre continúa con tos, la cual al principio es seca y después se acompaña de expectoración purulenta y, en ocasiones, de estrías de sangre; asimismo, puede llegar a presentar hemoptisis.