La rutina institucional, la heteronomia funcional, el carácter ambiguo y contradictorio, la falta de tiempo, los mecanismos colectivos, la dimensión oculta del currículum, entre otros. Hacen que permanezca oscurecida una amplia parcela de la vida organizativa de los centros.
La irracionalidad y la perversión pueden aparecer en todas las fases del proceso: pensar, planificar, decidir, actuar, evaluar y cambiar. Las buenas intenciones del personal, no garantiza la bondad del mecan ismo instalado en la organización.
Lo perverso no es tanto un acto aislado, sino un estado de cosas que se instala en el funcionamiento cotidiano de la institución escolar. Por eso es difícil detectarlo y erradicarlo.