los alumnos y profesores están acostumbrados a enfrentar problemas de violencia en la escuela, el uso de drogas, embarazos no deseados, etc. La escuela quiere proveer respuestas para que estos problemas se solucionen, pero lo hace erroneamente, aumentando las horas de clase, cambiando el material didactico, etc. Estas respuestas, si bien necesarias, son insuficientes para atajar unas carencias escolares causadas por problemas que nada tienen que ver con la claridad del contenido de la asignatura y sí con los problemas familiares, emocionales y sociales subyacentes.
Existe un conjunto de habilidades emocionales interrelacionadas que los programas de aprendizaje socio-emocional en el aula deberían enfatizar:
atender a los sentimientos, comprender las emociones y usarlas en nuestro razonamiento para solucionar problemas y aprender a regular los estados afectivos propios y ajenos.