Los encargados de iniciar el proyecto fueron Robert Capa, Henri
Cartier-Bresson, George Rodger y David Seymour. La forma de trabajar era diferente, los directivos de la agencia no se encargaría de manejar a los fotógrafos, sino de apoyarles en su trabajo. Asimismo, por primera vez se empezó a incidir en la importancia que tenían los derechos de autor de una captura. Ahora el autor no era el medio en donde aparecía esa imagen, sino la persona que inmortalizó esa foto. Aquello tenía varias consecuencias positivas, ya que se podía vender esa serie de instantáneas a diferentes revistas siendo el fotógrafo el principal beneficiado.