La herencia en los seres humanos presenta una gran dificultad para ser comprobada, principalmente debido a diversas causas. Una de ellas es la ausencia de razas puras en términos de caracteres beneficiosos, ya que la mayoría de las personas son heterocigotos complejos, resultado de innumerables cruces genéticos.
A pesar de estas circunstancias, se ha comprobado que la herencia humana sigue las mismas leyes genéticas observadas en plantas y animales, conocidas como las leyes mendelianas. Por ejemplo, en el caso del color de los ojos, se ha demostrado que los colores oscuros, como el negro y el pardo, son dominantes sobre los colores claros, como el azul y el verde. Asimismo, otros rasgos como la forma de la nariz, el pigmento de la piel, la forma del cráneo y la estatura también obedecen a estas leyes genéticas.