Antes de comenzar a analizar las propuestas filosóficas planteadas por alguno de los más reconocidos pensadores griegos de los siglos VI, V y IV a. C., es de vital importancia hacer un recorrido por su vida y contexto histórico. Estos son: Tales de Mileto, Anaximandro de Mileto, Anaxímenes de Mileto, Heráclito de Éfeso, Parménides de Elea, Empédocles de Agrigento, Anaxágoras de Clazómenas, Demócrito de Abdera, Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontino, Zenón de Elea, Empédocles de Agrigento, Anaxágoras de Clazómenas, Demócrito de Abdera, Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontino, Jorge de Antioquía. En cualquier caso, resulta innegable el papel protagónico que tuvo la filosofía durante este periodo de la historia; basta decir que fuera de los límites geográficos de Grecia, la filosofía buscó prolongar su influencia en las tierras del que se consideraba su vecino culto. Fue el caso de los filósofos italiotas que continuaron explorando los distintos planteamientos físicos, políticos, éticos y epistemológicos.
El periodo presocrático en general, además de dilucidar las cuestiones arriba mencionadas, significó el avance del hombre por zonas de lo real previamente inexploradas. Resulta inobjetable que el nacimiento de la filosofía, si bien no representa el cambio radical del hombre, denota al menos serias transformaciones, si se toman en cuenta los patrones certeros de la cosmovisión arcaica. En definitiva, si nos situamos desde la perspectiva que sostiene que nos hallamos en presencia de un universo en constante movimiento frente a aquel otro que se presenta como inamovible, se identificará a la historia de la filosofía como la búsqueda titubeante, y algunas veces paciente, de intentar plasmar un universo sujeto a las leyes de transitoriedad y permanencia.
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