Las nuevas demandas (guerras, epidemias, catástrofes) fueron empujando a la salud como una cuestión que el Estado tenía que ocuparse. Luego de la crisis del ´29, el Estado toma un nuevo rol en todas las aristas del país como interventor. El surgimiento del seguro social es una expresión de esta época. Surgen mecanismos administrativos y financieros de concesión de beneficios (pensiones, seguros por accidente, etc) negociados entre el Estado y organizaciones de trabajadores. Es financiada de forma tripartita por los mencionados y las empresas (con origen en Alemania). De esta forma la salud se constituye como derecho propiamente. Sin embargo, el modelo universalista o de seguridad social; el Estado de Bienestar, se conforma cuando la financiación pública (impuestos, servicios, etc) logra suministrar sus recursos mediante proveedores públicos, hay profesionales propios del Estado que brindan acceso a la salud. El Estado argentino no siguió los pasos que comenzó en su camino hacia el Estado de Bienestar. La integración social, en este sentido, resultó incompleta. No pudo hacerse puente entre los dos subsistemas que coexisten: la asistencia pública y el seguro social. Ambos fueron desfinanciados, lo que benefició a la medicina prepaga