25 En este capítulo atendemos una conversación, en apariencia frívola, entre Mimí y Hunter, de la que Castel no participa, pero que escucha. En primer lugar, hablan de autores rusos y de traducción; Hunter acusa el uso abusivo del francés de Mimí. Luego, se dedican al género policial, que a Mimí le gusta pero a Hunter, no. Este último cuenta que tiene una teoría sobre ese género literario: el policial es al siglo XX lo que las novelas de caballería a la época de Cervantes.
26 Cuando Mimí, Hunter y Castel salen a pasear por el parque, María aparece y se les une. Mientras conversan, Juan Pablo piensa en el vínculo secreto que existe entre ellos, y aunque esto lo enorgullece, también se vuelve a entristecer por todo lo que ha ocurrido. María le pide a Castel que le muestre unas pinturas y, con esa excusa, se apartan del resto.
27 Castel nos cuenta que, al principio, pensaba quedarse varios días en la estancia, pero que se marcha temprano al día siguiente de su llegada. Esto se debe a lo que narra a continuación.
María y Castel se dirigen a un acantilado que da al mar. Mientras pasean, Castel se sorprende por el modo en el que María disfruta de la naturaleza, aunque luego se entristece porque él no comparte aquel goce. Cuando llegan al acantilado, María empieza a contarle lo mucho que deseaba estar con él en ese lugar.
28 De regreso en la estancia, encuentran a un Hunter muy agitado. Mimí se ha ido. Durante la cena, los tres hablan muy poco. Castel supone que Hunter está celoso porque se dirige con hostilidad a ambos. Entonces Juan Pablo pretexta cansancio, se dirige a su habitación y finge cerrar su puerta, pero se queda oyendo la conversación entre María y Hunter. No distingue sus palabras pero percibe la agitación de Hunter. Luego, escucha que suben a los dormitorios y percibe pasos de mujer frente a su cuarto. Después no oye nada más.
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