La meta del terapeuta es diseñar un plan de tratamiento que resulte, por una parte, eficaz para alcanzar las metas y, por la otra, prometedor para aplicarse de forma óptima. Debe tener bajos costos temporales y financieros, ser consistente con los valores y ética de terapeuta y paciente, recurrir a la red social del paciente y reforzarla y, en general, reducir su angustia y aumentar su calidad de vida.