Desde mediados del s.I a.C, en el ámbito rústico se desarrolla una situación laboral sui generis en torno al funcionamiento de las villas agrícolas, la complejidad de funciones permite el desarrollo de tareas masculinas y femeninas, por lo que se refiere a éstas, destaca por su protagonismo la “Villica” (capataza agrícola, ya sea esclava o libre); diversas tareas son realizadas por esclavas, que aparecen a veces citadas en los legados, como es el caso de la guardesa (“mulier villae custos”), las que cuecen la comida de los rústicos (“quae pulmentaria coquant”), la que cuida del fuego (“focaria”), y en general las que prestan servicios en la villa (“mulieres, quaeque villam servent”); incluso se requieren tareas a realizar por las “lanificae”.¹⁰