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La ética aplicada - Coggle Diagram
La ética aplicada
Las éticas deontológicass, éticas del deber o de principios y las éticas teleológicaséticas del bien o de consecuencias
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En el siglo XX empezaron a crear comités y elaborar códigos y documentos con el fin de establecer pautas a las que atenerse ante los nuevos descubrimientos y posibilidades de las ciencias y tecnologías.
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El Informe Belmont, en el año 198r, estableció los principios de la bioética, beneficencia, autonomía y justicia.
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La ética moderna es una ética de principios, contra la que se levanta de inmediato una ética utilitarista.
La ética aristotélica quedaría clasificada
como ética teleológica o del bien, ya que su punto de partida es la pregunta por el bien o el télos del hombre.
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Hegel y Bentham proponen una ética basada en la experiencia que tiene como norma en el caso del utilitarismo la mayor felicidad de los individuos.
La ética comunicativa, en la medida en que resucita el trascendentalismo, se acerca más a la ética de los principios que a la de las consecuencias.
Las creencias sobre el estatuto del embrión son en realidad las que determinan si éste merece o no el mismo respeto que un ser nacido.
Los principios abstractos por sí solos son insuficientes como criterio para distinguir lo correcto de lo incorrecto, menos aún son móviles del comportamiento moral.
La consideración de las consecuencias complementa a una ética de principios en la media en que ayuda a contextualizarlos y a no ignorar una realidad social que es cambiante y
exhibe más rasgos irracionales que racionales.
No basta entender que ambos modelos son
complementarios, sino que falta algo.
La virtud apunta a la excelencia de la persona y, por lo tanto, a su manera de hacer las cosas, a la adquisición de un carácter o una personalidad moral.
Las virtudes se asientan en el sentimiento el alma sensitiva, dijo Aristóteles y se materializan en hábitos, en costumbres, que se traducen en
tendencias a actuar bien o mal.
Los filósofos comunitaristas, y sobre todo los republicanos, aciertan al considerar que una sociedad sin virtudes
Los filósofos republicanos piensan
sobre todo en la vida política y en la virtud de la participación ciudadana.