El 19 de julio de 1979 el FSLN entró victorioso a Managua. Al día siguiente llegó la junta de gobierno, escoltada por columnas guerrilleras Las decisiones más importantes las tomaba la dirección nacional: sobre el nuevo Ejército, la nueva fuerza policial, la seguridad del Estado, los cambios en la economía, la formación de las organizaciones populares, la asesoría que brinda Cuba, las relaciones con los Estados Unidos y con otros países. En los primeros años de gobierno sandinista, los líderes del Frente consolidaron rápidamente su posición predominante sobre la economía, la sociedad y el orden político. Los cargos más importantes en el gabinete y los puestos clave, tanto del nuevo Ejército como de la Policía, fueron ocupados por los principales comandantes de la campaña guerrillera de 1978-1979.
Al estallar la Revolución los sandinistas gozaban de amplio apoyo; gran parte de la población mantuvo su identificación con el régimen. En las elecciones de 1984, en las que algunos partidos de la oposición se abstuvieron de participar, la boleta presidencial del Frente (Daniel Ortega y Sergio Ramírez) obtuvo el 67% de los votos, y el partido consiguió 61 de los 96 escaños en el parlamento. Por otra parte, poco después de que los sandinistas tomaron el poder empezaron a cristalizar elementos de oposición. Iba creciendo el número de miembros de la elite revolucionaria que el FSLN designaba para ocupar ministerios y otros cargos importantes del sector público. Cuando la dirección nacional del Frente unilateralmente decidió aumentar el número de miembros del Consejo de Estado, los dos miembros no-sandinistas de la junta anunciaron y efectuaron su salida en abril de 1980.
La derecha parlamentaria se unió al COSEP en su oposición al régimen. Algunos partidos políticos simplemente se retiraron de toda actividad pública y abierta, pero luego se sumaron a la oposición clandestina que formaba el núcleo de apoyo político a las actividades militares de la Contra. Más importante aún, hubo oposición entre la jerarquía conservadora de la Iglesia católica, un factor que tenía mucho peso en un país mayoritariamente católico.
Las relaciones con la oposición y la Iglesia eran cada vez más distantes, y la visita del Papa Juan Pablo II a Nicaragua, en 1983, ensanchó el abismo que las separaba. La jerarquía católica organizó una concentración en ocasión de la visita papal, y el Frente ordenó que al mismo tiempo se llevará a cabo una contra-manifestación. Eso suscitó una escisión en el país con respecto a la religión
En 1985, con el apoyo moral del COSEP y de la jerarquía católica, la CIA consolidó una plataforma política anti-sandinista, el FDN (1982), que luego se llamó la UNO36, cuyo presidente era el empresario Adolfo Calero. La CIA además proporcionó asesores, así como asistencia técnica y financiera, para los diversos grupos conglomerados bajo el nombre de la Contra. En los meses finales de 1983 y los primeros de 1984, la Contra había logrado ganar hegemonía militar en el interior del país.
En marzo de 1988 se acordó un cese al fuego en Sapoá, ciudad fronteriza con Costa Rica, en el que diplomáticos costarricenses sirvieron como mediadores.
Así se quebró un modelo que tenía como propósito construir un país con una economía mixta, una sociedad más solidaria y un sistema político más justo e inclusivo. El movimiento tomó el poder mediante las armas en 1979 después de una exitosa campaña guerrillera. En 1990, tras una cruda guerra civil y una debacle económica, transfirió el poder al nuevo gobierno electo de la oposición.