En la exposición que el paciente realiza de su vida y andanzas, surgen distintas personas, padres, hijos, cónyuge, compañeros, jefes, etc., de las cuales a veces habla bien y otras mal, y, en otras ocasiones, las responsabiliza de sus males y desgracias. Es indispensable que el terapeuta huya de cualquier actitud o comentario que pueda ser sentido por el paciente, como que se halla de acuerdo con las alabanzas o con las críticas o quejas que expresa el paciente. Ningún juicio o comentario, aprobatorio o reprobatorio respecto a otra persona debe ser expresado por el terapeuta.