Es una enfermedad grave y frecuente, el pronostico de quien la sufre suele ser de cada diez personas que lo sufren, dos mueren, seis padecen diversos grados de incapacidad y dos logran cierta recuperación neurológica, prácticamente la habilidad de valerse por sí mismo es nula, así se estima que un año después de que haya ocurrido el accidente, la mitad de los cuidadores desarrollan un trastorno afectivo, principalmente depresión, ansiedad o ambos.