Minería en México

La minería

Sector económico estratégico, cuya viabilidad ambiental y social, así como su competitividad deben ser prioridad nacional y objeto privilegiado de políticas públicas eficaces para su desarrollo sostenible.

México es un país minero por excelencia y productor importante de metales preciosos a escala global.

Nuestro país ocupa el lugar número 13 en el mundo por valor de la producción minera.

El primer productor de plata a nivel mundial, y se ubica entre los 10 principales productores de otros minerales como bismuto, fluorita, cadmio, molibdeno, plomo, zinc, oro y cobre.

La minería es el tercer sector en atracción de Inversión Extranjera Directa en México, con 10% del total aproximadamente, sólo precedida por la manufactura y los servicios financieros.

Cerca de 70% proviene de Canadá. El sector minero-metalúrgico contribuye con 4% del PIB nacional.

Los gobiernos en México han carecido de una estrategia integrada de política industrial y ambiental para el sector minero.

Las operaciones mineras son particularmente aparatosas e impactantes del medio ambiente, y plantean riesgos considerables, tanto en sus modalidades subterráneas como en tajos o a cielo abierto.

Actividades de minería metálica

Extracción del mineral por medios mecánicos a gran escala y explosivos, sistemas masivos de separación de las rocas mineralizadas, procesos de trituración y molienda del mineral, y grandes instalaciones o pilas de lixiviación o flotación y concentración con sustancias de alto riesgo como cianuros y ácido sulfúrico.

Grandes presas donde se depositan los materiales residuales (presas de jales) con una elevada presencia de sulfuros y compuestos cianurados, que pueden representar pasivos y riesgos incluso catastróficos en caso de ruptura.

Procesos de beneficio y fundición de metales que pueden significar considerables impactos ambientales por emisiones contaminantes de alta toxicidad a la atmósfera.

Minería de tajo o a cielo abierto

Problemas inherentes:

Alteración del paisaje y de perfiles hidrológicos, sedimentación, generación de volúmenes astronómicos de residuos y de escombros, remoción de suelos y capas vegetales, impacto a la biodiversidad y al paisaje, modificación del relieve, impacto visual, alteración de la dinámica de los procesos de ladera, peligros geotécnicos (afectación a los niveles freáticos) y alteraciones de propiedades físicas y químicas del suelo.

Consecuencias a muy largo plazo por presas de jales y efluentes ácidos que permanecen durante muy largos periodos, y que exigen una rigurosa planificación del cierre de minas, así como supervisión y gestión de legados ambientales con un muy amplio horizonte temporal.

No existen los andamiajes institucionales y regulatorios para asegurarlo, ante el cambio en operadores o propietarios de las minas, desaparición de empresas, o simple abandono de las instalaciones mineras al final de su vida útil.

La industria minera opera en un clima de alta vulnerabilidad y visibilidad ambiental, social, política y mediática, lo que exige cada vez más una adaptación exitosa a cambios en valores sociales y expectativas públicas con respecto al comportamiento de las empresas.

Los riesgos ambientales percibidos en las operaciones mineras determinan su viabilidad social y política, así como los costos de capital y la capacidad de generar valor a largo plazo.

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Quadri, G. (2019). Minería, crisis ambiental y sustentabilidad. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Mineria-crisis-ambiental-y-sustentabilidad-20191017-0178.html