“Aquí hay un testimonio positivo de que hay un tabernáculo que el Señor levantó y no el hombre, y que este tabernáculo está en los cielos (no es el cielo mismo) del cual Cristo es el ministro. ¿Qué?, quizás algunos estén listos para exclamar: ¿Crees que hay cosas literales en el cielo, que hay un Santuario real allí? Tanto como creemos que alguna vez existió uno real en esta tierra. Tan literal y real como creemos que es el antitipo de las ofrendas relacionadas con el Santuario, es decir, Jesús, quien se ofreció a sí mismo el gran sacrificio por el mundo en el Calvario, tan literal y real creemos que es el antitipo del Santuario mismo. Sabemos que los vapores del vino de la fornicación de la madre de las rameras, con las cuales los habitantes de la tierra se han emborrachado, han enmascarado sus intelectos espirituales, y tanto tiempo vistieron el cielo y cosas celestiales en niebla y vapor, que muchos están listos para comenzar con la idea; pero preferimos tomar la Palabra de Dios, sin forzarla a través del ‘saco de carbón’ de los padres, o las tradiciones de la iglesia”.