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SUGERENCIAS LOGOTERAPÉUTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LA IATROGENIA
A partir de las reflexiones logoterapéuticas sobre la iatrogenia (Frankl, 1995; Martí- nez, 2007) y la experiencia clínica, deben tenerse en cuenta las siguientes sugerencias:
Empleo de vocabulario técnico que puede generar angustia al facilitar la atribución de significados a términos incomprendidos.
No respetar tiempos y ritmos del consultante considerando que capta la realidad de la misma manera que el terapeuta o achacando la propia ineficiencia terapéu- tica a posibles ‘déficit de motivación para la terapia’.
Minimizar los síntomas del consultante pensando que esto le ayudará a manejar- los. Por lo general se obtiene el efecto contrario, pues el consultante puede sen- tirse poco tenido en cuenta e irrespetado, así como golpear su autoeficacia, pues puede generarle la sensación de que, si no ha podido con algo tan sencillo como será con algo complicado.
Magnificar los síntomas en pro de la adherencia al tratamiento pensando que, a través del miedo, se puede lograr un mayor compromiso con el proceso terapéuico y olvidando que puede generarse más bien desesperanza.
Modo de hacer formulaciones: cuidarse de hacer formulaciones de manera poco clara, confusa o ininteligible que generen mayor confusión en el consultante y aumenten sus niveles de ansiedad o autodescalificación.
Diagnóstico errado o manera inadecuada de comunicarlo, aumentando en ocasiones la hiperreflexión y la creación de mayores niveles de ansiedad.
Centrarse demasiado en el síntoma y no en el recurso, distorsionando la verdadera dimensión del mismo y evitando el sano descentramiento.
Manejo de silencios que, subjetivamente, pueden abrir espacios para opiniones desconsideradas sobre sí mismo, pues el tiempo vivencial varia según el estado emocional del consultante, abriendo los silencios excesivos espacios que obligan a decir lo que ‘se supone el terapeuta quiere oír’.
Respeto por la palabra del consultante, aun cuando el mismo no diga lo que el terapeuta quiere escuchar.
Nada de terapéutica a toda prisa, ni tratamientos innecesarios.
RECOMENDACIONES GENERALES PARA UNA BUENA PRAXIS
El ambiente humano de la relación ha de facilitar que el paciente exprese las dimensiones de su situación, con el desahogo emocional que va paralelo.
Frente a los exámenes diagnósticos, cuidarse de introducir la iatrogenia.
El proceso de facilitación del logoterapeuta está destinado a que el paciente descubra por sí mismo los diversos significados y valores.
El análisis existencial tiene una antropología que asume las dimensiones de unicidad e irrepetibilidad, libertad, responsabilidad del paciente, y siendo consecuente con ello, no es constructivo que el logoterapeuta adopte una actitud directiva (salvo en casos especiales).
El logoterapeuta no ha de permitir que el paciente le delegue su propia responsabilidad.
La actitud de apertura y aceptación se fundamenta en que la responsabilidad para el cambio es del paciente y se tiene confianza en esas capacidades de la persona.
Pareja (1998) menciona con gran maestría algunos lineamientos respecto al modo de proceder del analista existencial o logoterapeuta:
Abstenerse de dar y mucho menos imponer una concepción de mundo y una escala de valores que el logoterapeuta haya hecho suya.
El logoterapeuta se vale del análisis existencial para ayudar a que el horizonte de valores y los factores que colaboran a descubrir el sentido, se evoquen si están soterrados, se amplíen y flexibilicen si son estrechos y rígidos, se vitalicen si están débiles y se confronten si son incongruentes.