La teoría ética de Habermas indaga en el lenguaje y en las situaciones diversas de comunicación entre las personas. Habermas estudia y enuncia una serie de principios y reglas que deben darse en todo diálogo para que pueda desarrollarse y concluir desde un interés moral Un diálogo que sigue dichos principios y reglas es un verdadero discurso moral, o
simplemente "discurso", como lo llama, abreviando, Habermas. Por tanto, las normas del "discurso", tal como las concibe Habermas, son normas éticas a las que debemos comprometernos para tender a una situación ideal de comunicación moral. Resumimos dichas normas en los siguientes puntos:
No se debe excluir del diálogo a ninguna persona que manifieste tener intereses en el
problema sobre el que se dialogue.
Una vez en el diálogo todos los interesados tienen igual derecho a la palabra, sin ser
coaccionados cuando hablen.
Una vez en el diálogo todos los interesados tienen igual derecho a la palabra, sin ser
coaccionados cuando hablen.
Ha de comprobarse colectivamente que la conclusión o norma moral concreta a la que se llegue después del diálogo sea asumida por todos los afectados. Es decir, que todos los que tengan relación con la norma concreta acepten las consecuencias de estar bajo la misma.
Habermas piensa que estas condiciones ideales son importantísimas para construir nuestras
sociedades democráticas y plurales desde una fundamentación moral sólida.
Reflexionando sobre estas condiciones del discurso podemos comprobar que los valores de la imparcialidad, la libertad y la igualdad, ligados al artificio mental de la posición originaria en la ética de Rawls, también alientan en la comunicación o diálogo ideal de la ética habermasiana del discurso.