La obra comienza narrando la cólera de Aquiles, el cual él se niega luchar debido a que Agamenón le quita una doncella llamada Briseida. los troyanos aprovecharon de esta situación, pero por las adversidades, Agamenón le devuelve a Aquiles, su esclava favorita; sin embargo, el orgullo de los pies ligeros se niega.
En esas circunstancias, Patroclo, íntimo amigo del héroe griego, decide usar la armadura y armas de Aquiles para lanzarse a la batalla. De esta forma, Patroclo es matado por Héctor, hijo del rey Príamo de Troya. El guerrero griego, al saber de la desgracia de su amigo, entra en cólera y decide volver a la lucha. Además, el hecho de que los troyanos no le concedan el cuerpo de su amigo para enterrarlo en paz le hace enfadar más todavía.
Héctor esperó a Aquiles en soledad, listo para luchar. De un lado estaba el guerrero más temido del ejército troyano; del otro, el mejor combatiente entre los aqueos, ampliamente conocido por su ferocidad.
Héctor, al saber de la fama de Aquiles, tiene miedo y por un momento escapa, no obstante, cuando se enfrentan el guerreo griego no tiene piedad y atraviesa la garganta de Héctor matándolo. Así pues, en venganza, ata el cuerpo fenecido de su rival a su carro y lo arrastra por la playa de Ilión en señal de humillación.
Después de lo sucedido Príamo, desolado por la muerte de su querido hijo, decide una noche acercarse a hurtadillas hasta la tienda de Aquiles en el campamento griego para pedirle que le dé el cuerpo de su hijo de forma que pueda enterrarlo dignamente.
Aquiles, ante las palabras de amor y desolación del rey Príamo, le concede tal honor para que pueda enterrar el cuerpo de su hijo dignamente y con los honores que merece como héroe real troyano.