Se puede definir como una disciplina científica que se ocupa de la comprensión de las interacciones entre las personas y otros elementos de un sistema, visualizando al ser humano como el centro de estudio, adecuando los entornos de trabajo del colaborador a sus necesidades y características propias para un mejor desempeño de su labor, resaltando que lo más importante son las personas, de tal manera, que la estructura, ingeniería, ciencia, tecnología y demás componentes de un sistema están para servir a las mismas y no al contrario. También permite explorar los efectos no deseados que ocasionará el superar los límites del colaborador; por ejemplo, las consecuencias que trae para una persona el desarrollar su trabajo en condiciones de calor, ruido o vibraciones excesivas, o si la carga física o mental de su trabajo es demasiado alta o demasiado liviana.